Protocolo científico para ser feliz sola
Desde pequeñas, a muchas mujeres se nos enseña un guion de vida: estudiar, trabajar, encontrar una pareja, casarse y ser felices para siempre. Este guión, aunque hermoso para algunas, ha creado una creencia limitante: que la felicidad plena solo se puede alcanzar en una relación.
Se nos ha contado la misma historia: la de la búsqueda de la media naranja. Creemos que la felicidad es un eco que solo puede ser escuchado en compañía, que la plenitud es un destino al que se llega de la mano de otra persona.
Sin embargo, en esta narrativa, a menudo perdemos de vista el viaje más importante de todos: el viaje hacia nosotros mismos.
¡NO SEAS EGOÍSTA CONTIGO!
Cuando estamos en pareja, inevitablemente, parte de nuestra identidad se entrelaza con la del otro. Dejamos de ser «yo» para convertirnos en «nosotros». Estar a solas te ofrece un espejo sin distorsiones.
Es el momento de preguntarte: ¿Quién soy yo, más allá de mis relaciones? ¿Qué anhelos tengo que no he explorado? ¿Qué versión de mí he dejado de lado por complacer a otros?
Esta solitud, lejos de ser un vacío, es un espacio sagrado donde puedes reconectar con tus pasiones, tus sueños y tus valores más genuinos. Es aquí donde florece la autenticidad.

Pero la felicidad no es un destino al que se llega en compañía. Es un estado que se cultiva, se entrena y se vive. Como psicóloga cognitivo-conductual, te aseguro que la ciencia respalda esta idea. La felicidad no es un golpe de suerte; es el resultado de un «protocolo» que puedes seguir.
Ser feliz a solas no es un estado de espera o una etapa transitoria. Es una invitación a una profunda introspección, una oportunidad para habitar tu propio universo sin distracciones. Es el momento de escuchar los susurros de tu alma, de entender tus miedos más profundos y de reconocer tu propia luz.
Pero ¿qué hace feliz a una persona? ¿Por qué a cada individuo lo hacen feliz cosas distintas y en función del momento, además? ¿Qué sentido tiene la felicidad? ¿Acaso tiene alguno?
Felicidad química
¿Qué es la felicidad? Es un sentimiento, o una emoción, o un estado de ánimo, o un estado mental, o algo por el estilo. Sea como fuere que la definamos, resulta sumamente difícil negar que, en su nivel más fundamental, es algo producido por nuestros cerebro. Así que ahí lo tienen: la felicidad viene del cerebro.
Desde lo biológico, y para poder comprender los factores involucrados en la obtención de la felicidad, existen, elementos que se encargan principalmente de regularlas emociones, para mantener el equilibrio interno, estos son los neurotransmisores.

Es decir que la ciencia ha logrado captar que aquellas neuronas que se comunican internamente, llevan mensajes químicos continuos a través de los neurotransmisores generando mayor plasticidad cerebral mediante la exposición a nuevas actividades o a nuevos conocimientos y nuevas habilidades creativas que involucran indefectiblemente desde lo que las personas piensan hasta cómo actúan.
Subrayado otros descubrimientos sobre investigaciones neurocientíficas, mencionamos:
La clave es la plasticidad del cerebro. Esto quiere decir que el cerebro tiene la posibilidad de cambiar los circuitos neuronales que elaboran nuestros pensamientos y emociones, si es entrenado voluntariamente. Y es el apoyo científico a la idea de que podemos aprender a ser felices. ( Davidson, como se citó en Mayor Lozano,2020, párr.2)
“¿Alguna vez te has cuestionado por qué las personas no cambian? La respuesta es simple: porque no quieren. Y precisamente desde esa elección personal, parte la verdadera felicidad”.
En efecto los distintos estudios vinculados a la neurociencia de la felicidad, no escatima el valor de la relación existente entre la forma en que pensamos y su conexión con la manera en que actuamos, ya que las emociones generadas hacen que podamos tomar decisiones positivas que nos hagan más felices, toda vez que se conozcan y aprenden a reconocer aquellas emociones de manera a expresarlas de manera positiva.
En otras palabras, con la exposición de nuevas formas de experiencias y conocimientos, nuestro cerebro aprende generando oportunidades de cambio, de transformación interna que posteriormente se refleja en nuestra forma de actuar, es decir la conducta explicita.
La cual podemos abordar y comprenderla desde la psicología, y direccionando nuestra forma de estar en el mundo, o de adaptarnos más positivamente a las situaciones, administrando mejor nuestras emociones. O tal vez creando una ruta, armar un trayecto hacia la felicidad.
En este sentido, existen cuatro químicos o neurotransmisores naturales en el cuerpo humano,transmiten señales (es decir, información) desde una neurona hacia la siguiente a través de unos puntos de contacto llamados sinapsis”.

Los neurotransmisores son endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina. A cada uno de ellos se les pueden estimular de forma voluntaria para que segreguen en nuestro cuerpo, hormonas, permitiéndonos liberar estrés y sentirnos mejor:
“La oxitocina en particular estimula el sistema inmunológico, facilita el proceso de solución de problemas, ayuda a combatir el estrés y brinda sentimientos duraderos de calma y felicidad” (Kandler, 2019, como se citó en Rohn, 2021, p.1).
El cerebro humano está programado para la conexión. Sin embargo, no necesita una pareja para sentirse conectado. Las amistades, los lazos familiares y el sentido de comunidad son igualmente vitales. La oxitocina, la hormona del vínculo, se produce en cualquier interacción social significativa.
Invierte tiempo de calidad en tus amistades: Organiza cenas, sal a caminar, viaja con tus amigos.
Únete a grupos con intereses en común: Inscríbete en un club de lectura, un equipo deportivo o un voluntariado.
Al nutrir estas relaciones, le demuestras a tu cerebro que la conexión emocional y el apoyo no son exclusivos de una pareja, sino que provienen de una red de amor y cuidado.
Al respecto Rojas Estapé (2021) menciona que:
Las personas vitamina son grandes potenciadores de la secreción de oxitocina y contribuyen a aliviar tensión. Un abrazo bien dado puede bajar un pico de cortisol en un momento complicado; una mirada de confianza puede impulsar de modo decisivo a alguien a superar un reto difícil; y unas palabras de ánimo pueden romper la sensación de aislamiento. (p. 32)
La serotonina se asocia con los sentimientos de confianza, alta autoestima, un mayor sentido de pertenencia, reducción de síntomas de depresión y ansiedad, y tiene un rol importante en la regulación de funciones como la digestión, el sueño y la salud ósea. (Livingston, 2020, como se citó en Rohn, 2021, p.2)
Es el neurotransmisor que genera sentimientos de confianza, autoestima elevada, y realza el sentido de identificación, por lo tanto, cumple funciones elementales en la vida de las personas.
La dopamina es responsable del comportamiento impulsado por la recompensa y las actividades de búsqueda de placer, de forma que brinda una gratificación instantánea que puede resultar adictiva; sus niveles deben mantenerse regulados, pues los bajos niveles de dopamina están asociados a pérdida de habilidades motoras y trastornos del estado de ánimo y del sueño. (Bathgate, s.f., como se citó en Rohn, 2021, p.2)
Tu cerebro produce dopamina, la hormona de la recompensa y el placer, cuando logras algo o experimentas algo positivo. Durante una relación, muchas de estas recompensas están ligadas a la pareja. Ahora, el objetivo es activarlas por tu cuenta.
Haz una lista de actividades que te generen placer o logro: ¿Qué te gusta hacer? ¿Leer, pintar, hacer ejercicio, aprender un idioma, viajar?
Programa estas actividades en tu calendario semanal: No las dejes al azar. Planea conscientemente al menos 3 actividades que disfrutes.
Al realizar estas actividades, tu cerebro comienza a asociar tu felicidad con tus propios esfuerzos, no con la presencia de otra persona.
Es el neurotransmisor que cumple un papel relevante en el comportamiento, estimulado por la retribución y las diligencias del logro de situaciones placenteras.
“Las endorfinas son conocidas como “corredores de alta”, la liberación de esteneurotransmisor aumenta la felicidad, haciendo que las personas tengan mejor manejo del estrés y el dolor, reduce el hambre y, por ende, incrementa la respuesta inmune” (Parra Cuesta, p.18).

Estrés. Las situaciones generadoras de estrés dependen de la percepción del individuo, por lo que resulta importante el conocimiento de cuáles son los factores de estrés que desestabilizan a cada individuo, como también la comprensión de las funciones básicas del organismo al activarse los mecanismos de respuesta para hacer frente a un evento estresor.
Hormona liberadora de corticotropina (CRH)
“En el SNC se encuentra ampliamente difundido en la corteza cerebral, en áreas límbicas (amígdala, hipocampo y núcleo accumbens), interactuando con las respuestas emocionales frente a las situaciones de adaptación y estrés”.
Su principal función junto con el sistema catecolaminérgico es el ajuste de mecanismos adaptativos ante factores estresantes aumentando la activación, la vigilancia, disminución del sueño, disminución de la conducta alimentaria y sexual, aumento de la conducta agresiva.
El estrés es uno de los factores que estimulan la producción, síntesis y liberación de esta hormona que puede ser inhibida por la serotonina, reduciendo los efectos nocivos sobre el organismo.
Cortisol
El cortisol es la hormona del estrés que se activa en los momentos de alerta, su segregación en el torrente sanguíneo es cíclica aumentando a las horas de la mañana y reduciéndose al horario de la noche (Rojas Estapé, 2021).
La dificultad aparece cuando el individuo está sometido a un estrés crónico por lo que se produce una hiper segregación de cortisol que genera consecuencias para la salud, como la caída de cabello, inflamaciones, problemas de la piel, etc., todo esto porque inhibe la defensa de otras áreas del cuerpo para acumular energía y responder al evento estresor que se presenta.
El cortisol, la hormona del estrés, se dispara cuando sientes que te falta algo o cuando te sientes abrumada. El autocuidado consciente es un antídoto poderoso que reduce el cortisol y aumenta tu bienestar.
Dedica tiempo a cuidarte físicamente: Duerme lo suficiente, come alimentos nutritivos y haz ejercicio.
Cultiva tu bienestar mental: Practica la meditación, la respiración profunda o el mindfulness.
Reconoce tus logros: Cada día, anota 3 cosas buenas que hiciste por ti.
El autocuidado radical no es un lujo, es una necesidad. Es la forma más clara de demostrarte que eres una prioridad y que tu felicidad es tu responsabilidad, un acto de verdadero amor propio.
El cuerpo da señales, tomar conciencia de lo que le sucede a uno mismo es el primer paso para la gestión del estrés, decir que no, darse una pausa, buscar personas que sumen, relajarse, permitirse crecer son algunas de las propuestas desde la neurociencia para gestionar adecuadamente el estado.
Porque, según esa lógica, todo viene del cerebro. Todo lo que percibimos, recordamos, pensamos e imaginamos. Todas las facetas de la vida humana implican al cerebro en mayor o menor grado.

Autosuficiencia y la felicidad
Hemos sido condicionados a creer que necesitamos a alguien para sentirnos completos. Pero la felicidad no es algo que alguien te da; es algo que generas desde dentro. Cuando aprendes a llenar tus propios vacíos, a sanar tus propias heridas y a ser tu propio refugio, descubres una libertad inmensa.
La autosuficiencia no es un muro que te aísla, sino un cimiento que te fortalece. Te da la certeza de que, sin importar los giros que dé la vida, siempre serás tu propio ancla. Es una confianza inquebrantable en tu capacidad para crear una vida plena y significativa, sin la necesidad de la validación externa.
Estar soltera y el amor propio
La soltería te confronta con el concepto de amor propio de la manera más pura. Te enseña que el amor no es un premio que se gana por ser «suficiente», sino un regalo que te das a ti mismo por el simple hecho de existir. Es un acto de fe. Es confiar en tu proceso, honrar tus emociones y ser compasivo con tus imperfecciones.
La felicidad no se mide por las relaciones que tienes, sino por la profundidad de la relación que construyes contigo mismo. Es una felicidad que no teme a la soledad, porque sabe que en ella reside la paz.
El arte de ser feliz a solas es, en esencia, el arte de ser. Es desprenderte de las expectativas de la sociedad y del «qué dirán» para abrazar la plenitud de tu propio ser. Es un viaje hacia el autodescubrimiento, donde la meta no es encontrar a otra persona, sino reencontrarte contigo. Y en ese reencuentro, resides en un estado de paz, de plenitud, y de felicidad genuina, sin ataduras.

